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El terremoto de magnitud 7.7 que sacudió a Myanmar y Tailandia ha dejado al menos 1,644 fallecidos y más de 3,400 heridos, según el último reporte del gobierno militar de Myanmar. Las labores de rescate enfrentan graves desafíos debido a la destrucción de infraestructuras y la interrupción de comunicaciones en las zonas afectadas.
El sismo, ocurrido cerca de Mandalay —la segunda ciudad más grande de Myanmar—, provocó el colapso de edificios, incluyendo mezquitas y pagodas budistas. Autoridades locales reportaron que el 80% de una localidad cercana a Mandalay quedó destruida. En Tailandia, al menos seis personas murieron y 47 siguen desaparecidas tras el derrumbe de un edificio en construcción en Bangkok.
Organizaciones humanitarias como el Comité Internacional de Rescate y World Vision alertaron sobre la escasez de agua, alimentos y equipos de rescate. "Las carreteras y puentes están dañados, y el acceso a las áreas más afectadas es casi imposible", declaró Kyi Minn de World Vision Myanmar.
El gobierno tailandés declaró zona de desastre a Bangkok, donde ingenieros evalúan grietas en rascacielos. Mientras, en Myanmar, residentes como Sandar Win relatan dramas personales: su hijo de seis años sufrió fracturas y fue rechazado en un hospital saturado.
El terremoto, el más fuerte en la región desde 1839 según registros históricos, ocurrió en la falla de Sagaing. Expertos del Servicio Geológico de EE.UU. advierten que el saldo mortal podría superar 10,000 víctimas. La comunidad internacional, incluido el rey Carlos III del Reino Unido, ha expresado condolencias, mientras equipos de rescate trabajan contra el tiempo en medio de réplicas.
