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Contra la naturaleza está todo propósito humano de infinitud. Habría una descolocación de la idea con la acción, a menos que hagamos adecuaciones tomistas y desde el intelecto, aderezado de notas divinas, busquemos la correspondencia entre realidad y explicación.
Pero en el caso de los hombres, uno de los muchos infinitos a los que podemos aspirar nos viene por la obra discernida, valorada por otros que están en esferas superiores de pensamiento y nos dan como prenda los caminos que nunca acaban, la visión que no tiene límite, puntos de horizonte que no tienen llegada.
Esta categoría no cualquiera la consigue, evidentemente, y menos, cualquiera, puede otorgarla. Hay que reconocer, admirar, estar permanentemente cerca de lo que supone uno o varios rasgos que lleven al infinito.
Y el poeta y narrador Porfirio García Trejo lo consigue, toma en sus manos una bola de estambre de un hombre universal, Pablo Neruda, y lanza a la vastedad un hilo que va desenredando para contarnos historias que, no obstante la tentativa de la infinitud, marcan puntos cardinales en la vida del autor chileno.
Con una pluma que ha andado las carreras universitarias de letras hispánicas y de creación literaria, con una trayectoria de décadas en el mundo de las letras, con laureadas ediciones en la poesía y con un reconocimiento de sus pares, Porfirio asume con maestría la empresa del cuento y, respetuoso de las técnicas propias de este género, nos pone en bandeja de plata la vida y obra de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basolato, hoy polvo en el infinito.
Pablo y el amor. Pablo y Maruca, Delia, Matilde y Alicia; Pablo y su querida Malva,a la que siempre despide sin nunca irse ambos. Pablo embajador, candidato, trashumante de las letras. Pablo chileno, mexicano, latinoamericano, mundial y mundano. Pablo pulsante, enfermo, librepensador hasta el final de sus días. Pablo, el de la Isla Negra, a la que le puso nombre y fue capaz de enclavar un barco en tierra firme para vivir como navegante de sus pasiones.
En la contraportada, Porfirio nos dice que “Todos estos relatos narran sucesos importantes dentro de la biografía del poeta chileno. No se trata de hacer una biografía detallada del vate, sino de recrear episodios que determinaron su grandeza o, por mejor decirlo, que la muestran mayormente. Son relatos independientes que unidos forman un relato mayor”.
Trece cuentos, en 100 páginas, que nos relatan lo infinito que puede llegar a ser un hombre. Para grata sorpresa, una quincena de fuentes contribuyen a darle realismo a historias donde la ficción es necesaria porque la anécdota, la trama, desborda a quien quiere atrapar pedazos de infinito.
Se trata de un texto, además, que nos forma. Representa una muy creativa forma de ir a la biografía de un inmortal de la literatura, de ahí que de la selección bibliográfica podemos destacar una media docena de libros escritos por Neruda para contarse, y que Porfirio disponga de cierta exactitud para contarnos.
Una fórmula idónea para ir al infinito, con gozo intelectual, asombro por lo vivido e incitación a comprobarlo.
Tuve la oportunidad de comprobarlo. Mientras tomaba café con un ministro en retiro, le conté que vendría a la presentación del libro que hoy nos ocupa. Lo tomó entre sus manos, le dio vueltas con cierta suspicacia e interés, y luego, al más puro estilo de quien ha de dictaminar desde el azar, como solemos hacer en nuestros talleres, abrió el volumen en cualquier hoja, y leyó. Repitió el acto una, dos veces, y exclamó: “ah, mira, tiene buena estructura, va bien, escuchen esto”: y recitó unas líneas sobre darse tiempo para ir a explorar todos los rincones de algo que gusta. Una abogada que atendía la escena, intervino y dijo: “¿sabe qué ministro?, nosotros deberíamos de hacer eso, ahora que estamos jubilados podemos dedicar tiempo a ir a recorrer el mundo y asomarnos a todos los rincones”.
Saliendo de ahí, pensé. Un infinito se ha abierto entre estos seres humanos.
A leer y disfrutar desde la mirada de quien nos puede guiar hacia sabores, sinsabores, pulsaciones que asoman el cielo de infinitud.