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Un 44% de expertos en cambio climático creen que las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) de China ya han alcanzado su punto máximo o lo harán en 2025, según un informe publicado este martes por el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA). Este dato refleja un aumento del optimismo respecto a la transición energética del país, ya que en 2023 solo el 21% de los especialistas compartía esta perspectiva.
El informe también revela una percepción más favorable sobre la reducción del uso de carbón en China. El 36% de los encuestados considera que el consumo de este recurso ya alcanzó su máximo, frente al 20% que opinaba lo mismo el año pasado. El carbón representa casi el 80% de las emisiones de combustibles fósiles del país.
China mantiene como meta oficial alcanzar su pico de emisiones de carbono en 2030 y lograr la neutralidad de carbono para 2060. Además, el gobierno ha prometido un control estricto sobre el uso del carbón durante su 14.º plan quinquenal, vigente hasta 2025, y planea reducir el consumo de este recurso después de 2026.
Sin embargo, persisten desafíos relacionados con la seguridad energética. Las preocupaciones se intensificaron tras los apagones en varias regiones durante 2021 y 2022, así como por la inestabilidad del suministro de petróleo debido a la guerra en Ucrania. Wang Xiaojun, fundador de la organización climática People of Asia for Climate Solutions, con sede en la provincia de Shanxi, principal productora de carbón de China, señaló que aunque el país no ha planteado una eliminación completa del carbón, diversificar su matriz energética y mejorar la infraestructura de energía renovable podrían garantizar mayor seguridad energética sin recurrir a plantas de carbón.
China también lidera las inversiones en energía limpia a nivel mundial. Según Lauri Myllyvirta, analista principal del CREA, este sector contribuyó con un récord de 11.4 billones de yuanes (aproximadamente 154 mil millones de libras) a la economía china en 2023, consolidándose como el principal motor del crecimiento del PIB.
En los últimos dos años, China ha priorizado la reconstrucción económica posterior a la pandemia mediante el desarrollo de industrias tecnológicas y verdes, como paneles solares, vehículos eléctricos y baterías. Estas áreas, conocidas como las “nuevas tres”, han atraído importantes inversiones y se han convertido en pilares del crecimiento económico.
Analistas destacan la necesidad de que China reduzca la intensidad de carbono en su economía, es decir, la cantidad de CO₂ emitida por unidad de electricidad generada. Para alinearse con el Acuerdo de París, se requeriría una aceleración en el despliegue de energías renovables o un cambio hacia un desarrollo económico menos intensivo en energía.
China, responsable del 90% del crecimiento de las emisiones globales de CO₂ desde 2015, desempeñará un papel clave en la transición climática global. Sin embargo, el país tiende a adoptar un enfoque conservador en sus objetivos. Según Anders Hove, investigador del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford, es poco probable que China establezca metas cuantitativas de reducción de emisiones que vayan más allá de las políticas actuales.
“El enfoque de China es: ‘Si lo dices, hazlo. Si no puedes hacerlo, no lo digas’”, añadió Hove, en contraste con líderes internacionales que a menudo adoptan objetivos aspiracionales y los ajustan según cambien las circunstancias económicas o políticas.