Table of Contents
México.- Eddy Howland lo encontró en unos de sus viajes a México, dice que estaba en la barra de una cantina de la calle Allende del Centro Histórico de la Ciudad de México. Vio el usb abandonado y lo cogió. No preguntó porque sabía de sobra que alguien iba a decir que era suyo para luego venderlo. Entonces se lo llevó.
El poeta que vive en San Diego cuenta que salió del antro, eso fue en agosto de 2020. Tenía curiosidad por lo que podría contener ese dispositivo y se fue a un ciber cercano. Cuando abrió la memoria había varios documentos que no le parecieron importantes, algunos poemas, dos cuentos y algo de porno, o algo así, dijo.
Eddy refiere que estuvo varios días leyendo los poemas. Todos muy extraños. Hablaban de juegos, virtualidades y personajes avatares. Supuso que los debió escribir alguien muy joven porque sus referencias son series, videojuegos, caricaturas, animes, canciones, el mundo pop, etc., mezcladas con ‘la vida real’.
Más tarde le escribió a un poeta mexicano que vive en la frontera, le contó lo de la memoria usb y los poemas. Éste lo contó luego en un una borrachera que tuvo en un encuentro de poetas. Le agregó de su cosecha.
Dice que Howland le contó que fueron los planos de estructuras intercaladas que construyen una anatomía lingüística de diversos campos de asociabilidad como si estuvieran hechos en lenguaje html, pero transliterado, porque se identifican ‘ganchos’, etiquetas, tittle, body, condicionantes y demás en los poemas.
Con el poema que a continuación se publica, Eddy me envió una nota con sus reflexiones y esto dice: “este es el poema más funcking que he leído de toda la poesía mexicana. Condensa el hartazgo de una generación, y condena la mediocridad poética descrita como ‘refritos’, simulaciones y apariencias ‘con gorro de pensar’ como en la serie de Blue. Un pensar que no es pensar, una poesía que confunde ideas con ocurrencias; limitaciones del pensar o apariencias de un decir metafórico que se convierte es su propia limitación.
¿El poema se pregunta cómo (los poetas) llegamos a ser tan limitados? Y cuestiona qué mierda quieren decir con lo que dicen, a quién va dirigido el ‘mensaje’. Quizá porque ya no es válido tirar botellas al mar porque es antiecológico, o lanzar sondas para avisar a los marcianos que aquí estamos. El poema es un proceso, no un mensaje terminado para alguien (target audience).
El poema hace preguntas cargadas de ironía, de burla. Sencillas y profundas a la vez. Y entre su propia acidez, el texto es mórbidamente tierno: ‘las palabras son una banda de ladrones sordos y mudos ansiando el volante de una vieja camioneta para escapar’.
Las palabras son como esos sicarios o narcos que buscan un lugar donde desechar un cuerpo. El paralelismo es brutal. Pero es el cuerpo más hermoso del mundo (o era) que ya no sirve para lo que servía, es el cuerpo de algo muerto y aunque sea hermoso hiede, es el fin de una manera de ‘poetizar’, de una manera de acontecer.
Las palabras buscan deshacerse del poema en alguna parte, por eso buscan la salidas de emergencia. Quiere decir que ya estuvo en terapia intensiva, ahora solo quieren deshacerse de ese cuerpo. No es que la poesía haya muerto, lo que muere es una manera ineficaz de hacerla aparecer.

La crítica a ese lugar común que algunos siguen llamando la ‘voluntad creativa’, es pavorosa. ‘La herencia vanguardista’, ‘el canon’, ‘la tradición’, ‘las palabras de la tribu’, toda esa parafernalia ineficaz que lastra la escritura; el lenguaje corrupto, las limitaciones del mercado, el poema como purgatorio de imbéciles porque lo construyen poetas que usan gorros de pensar, que usan las fichas del Scrabble como médium de escritura, un sarcasmo límite. Es un poema sin ambiciones de ser nada, por eso está tirado por ahí, sin ganas de parecer nada, es solo lo que es. Léelo y piensa un poco sobre eso”, me dice.
Todo el texto del poema tiene un marcaje de código de estilo css que lo justifica empujado a la derecha. La intención no es meramente ornamental, sino que atañe a la manera en que quien lo escribe corta los versos y disloca o descoloca el espacio del soporte.
Puede pensarse que el autor refiere así al principio de “Dislocación”, palabra que proviene de la medicina, y es la acción y efecto de separar a un sujeto de su núcleo de articulación. Este nominativo también se utiliza para expresar la torsión de un argumento o un razonamiento, manipulándolo, moviéndolo o sacándolo de su contexto. En tal medida, el término señala la existencia de una discontinuidad en el curso natural de su proceso. Este es el poema:
<p/>Cansado de ver porno de enanos por la madrugada, escribes tutoriales de “jardines manchados de ginebra”, árboles miniaturas donde viven hormigas soñolientas, “restaurantes de sillas boca arriba” y refritos del amor, tristísimamente empapados por la lluvia.
¿Cómo llegamos a ser tan limitados?, te preguntas, mientras escribes usando las fichas del Scrabble, haciendo hummm, hummm, con tu gorro de pensar encasquetado hasta las cejas.
Has de pensar que las palabras son una banda de ladrones sordos y mudos ansiando el volante de una vieja camioneta para escapar. Quizá tengas razón, suponiendo que la mente de una persona no puede entender por qué una golondrina no rima con el hambre, ni con ametralladoras.
Suponiendo también, que algún día morirás y las palabras, hipotéticamente, serán ese extraño diluvio que refresque las calles del barrio de las putas donde también, hipotéticamente, te recordarán, salvo que ahora una puta delgada y joven te acompaña.
Cansado de ver porno de enanos por la madrugada, limpias los pelos que se te caen en el lavabo, esos pelos como huellas de pájaros enfermos que tanto irritan a tu mujer, en los que distingues la inmensidad de la creación, junto a una que otra palabra recóndita que crees ver, por aquí o por allá, con el único objetivo de confirmar la “voluntad creativa” de tu “herencia vanguardista”.
Con tu gorro de pensar encasquetado hasta las cejas, sospechas que se debe purificar el lenguaje corrupto de la poesía violentado por las limitaciones del mercado. “Dar un sentido más puro a las palabras de la tribu”. Pero el ojo es la “sencilla habla del deseo”, solo así, las palabras logran llegar al mundo al que nada las une. En el principio era el verbo, etc., etc.
Es extraño, cómo una palabra como exhumación, no significa volvernos ciegos. El resto es rutina.
Entonces, con el sol enfundando sus pistolas en una sobaquera, tú cruzas el cenit tarareando una cura para el lenguaje. Un método para entrar y salir de las amnesias, de nuestra necesidad involuntaria de oírnos hablar como todo mundo sabe. Un método que los poetas confunden con los basurales que reciclan de forma convincente y versátil, hurgando, si se quiere, en purgatorios para imbéciles cargados de herramientas oxidadas.
¿Cómo llegamos a ser tan limitados?, te preguntas.
¿En qué parte del día siguiente nos detuvimos a preguntarnos qué mierda queríamos decir?
Lo único divertido, aparte de los bares con nombres inseguros como Madame Arthur o MonJardín, fue esa camioneta donde las palabras, como una banda de sordos y mudos, buscaban las salidas de emergencia para tirar “el cadáver más bello del mundo”<p>
Este poema forma parte del libro “Nunca hubo feos en Second Life”, del poeta Jeremías Marquines, premio de Poesía Aguascalientes 2012.