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Dejar octubre, poemario de Francisco Vázquez; una voz de nosotros mismos y los otros

Es un esfuerzo por nombrar desde la poesía las cosas que por naturaleza y definición deberían ser el reflejo de lo que nos rodea.

Francisco Vázquez, la escritura poética.

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¿Cuál es el saber de la poesía?, una aproximación puede hallarse referida en el diálogo de “Cármides” donde Platón-Sócrates discute con Critias y Cármides sobre la sofrosine (que algunos malamente confunden con prudencia), Sócrates añade que puede ser un saber de algo y además de uno mismo, de acuerdo a un ensayo inédito del poeta Jeremías Marquines, la poesía es esa sofrosine que en el diálogo platónico tiene seis significados, sin ser ninguno de ellos ni falso ni cierto: un saber de sí mismo y de los otros.

En ese estar siendo en este mundo de las cosas, dirá más tarde Heidegger. Este es el punto de arranque de todos los que intentamos escribir poemas.

Suena lógico y sencillo ese saber hacia uno mismo aunque no lo es tanto, ya lo decía Nietzsche “cada cual es lo más lejano para sí mismo, el que sabe que es profundo se esfuerza por ser claro; el que quiere parecer profundo se esfuerza por ser oscuro”. Y si este saber hacia uno mismo es un camino arduo y complejo, más complicado es el saber hacia lo otro, distante y distinto de nosotros, “en la pluralidad como la condición de la acción humana, debido a que todos somos lo mismo”, como la apunta de manera lúcida Hannah Arendt.

¿Somos y no somos los mismos? ¿Realmente nos conocemos? Las respuestas de estas dos premisas desde la poesía son tan infinitas y distintas como los granos de arena en la mar o como las estrellas en el manto del universo y todo poema que resulte de ello es aceptable y válido en su acontecer, en su tiempo, en su espacio y  en su contexto.

Dejar octubre, poemario de Francisco Vázquez Salazar, (Ciudad de México 1973), es un esfuerzo por nombrar desde la poesía las cosas que por naturaleza y definición deberían ser el reflejo de nosotros mismo y de lo que nos rodea, ya sea de manera natural, como  el vuelo de un pájaro y el tiempo mismo o de manera artificial como las tumbas o las ciudades donde habitamos el mundo, “para decir que he vivido lo más rojo del atardecer, lo más amarillo de la mañana (…) mientras el planeta sigue, se calienta”, como lo enuncia en el primer poema del libro.

Vázquez Salazar ha decidido nombrarse y nombrar las cosas que lo rodean desde la nostalgia y la tristeza, de por sí el título  mismo (Dejar octubre) anuncia un algo de pérdida, un algo de desasosiego y un algo de impotencia ante las cosas o los sentimientos que no se pueden cambiar y que siguen su rumbo natural como “una mujer a la intemperie”.

En Dejar octubre, el lector encontrará: el sol y lo mismo, callar y ser, niños de invierno, día de lluvia, péndulos, cosas ausentes, ciclos infinitos de vida y muerte, algún suicida, otra tristeza, un mar a la deriva, un barandal frágil; besos en París, fugas de agua, dolor ante la pobreza, infancias fracturadas, morfina para morir, la brevedad del hombre sobre la tierra, el escape hacia ningún lado, el permiso a la luz serena, otro hombre adentro de los árboles, de un solo rostro y de un solo verso, un mapa ordinario en el incendio, ventanas, un día donde nada se mueve, suceda lo que suceda, hasta llegar a ese baldío de tiempo cambio.

Este es el inventario particular poético de Francisco Vázquez, su granito de arena desde donde busca que ciertas cosas cambien, desde donde nos pide estar más en comunión con la naturaleza; es su suma a las respuestas de todos los tiempos, en ese indagar, en ese saber hacia uno mismo y hacia lo demás.

Francisco Vázquez Salazar, es licenciado en Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México, y maestro en Filosofía social por la Universidad de La Salle. Forma parte del grupo cultural Poetas en construcción del municipio de Netzahualcóyotl, Estado de México, con quienes publicó el poemario “Apenas abril”.  Conduce el programa “En su tinta radio”.

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