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Opinión.- La historia política moderna de México entró en un impasse a partir de 1988, año en que “se cayó el sistema” del cómputo electoral y le robaron la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, heredero directo de sangre e ideales políticos humanistas del general Lázaro Cárdenas del Río, su padre.
Este 01 de mayo Cuauhtémoc Cárdenas cumplió 90 años y el Colegio de San Ildefonso en colaboración con el Centro Lázaro Cárdenas y Amalia Solórzano, le rindieron un homenaje presencial por su natalicio, en el que participaron amistades, colaboradores y familiares de quien encabezara, fuese y es figura imprescindible en la transformación democrática de México.
Ver por el bien común es su naturaleza, nació con ello, creció sintiendo y apoyando a los más desprotegidos del país, a las luchas sociales de campesinos, obreros y estudiantes; luchando en contra de las injusticias y de las imposiciones políticas de un partido de Estado, del que no dudó en renunciar, aunque lo hubiese fundado su padre.
Para 1987, el PRI al que renunció Cuauhtémoc Cárdena, ya había perdido el rumbo y olvidado las causas que le dieron origen. Ya estaba encaminado a entregar los bienes y recursos naturales del país, convirtiéndose en “traidores de la patria” como señalara Lázaro Cárdenas. Ese PRI, ya estaba corroído por la corrupción y el poder por el poder mismo, sirviendo solo para enriquecer a una oligarquía empresarial nacional y a intereses económicos extranjeros.
México sigue enredado en ese atolladero, abierto en 1988. Sigue sin poder resolver las causas profundas de desigualdades sociales, políticas, económicas y culturales, a pesar de que, en 2018 (30 años después del fraude) ganara Andrés Manuel López Obrador.
Tal vez, por eso, los que no alcanzamos a votar por él, -porque aún no teníamos la edad para votar- y los que sí votaron por él, apostando por un proyecto de nación para todos, siempre nos preguntaremos:
¿Qué hubiera pasado con México, si no le hubieran hecho fraude a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988?
¿Habría entregado las empresas paraestatales a manos privadas como lo hizo Salinas de Gortari con Servicios Portuarios, Teléfonos de México, Altos Hornos de México, Mexicana de Aviación y Aeronaves de México?
¿Habría vendido 18 bancos nacionales, entre ellos Banamex, Bancomer, Serfín, Comermex y Somex?
¿Habría convertido la deuda privada en deuda pública, creando el Fobaproa?
Si todo esto no hubiera pasado y Cuauhtémoc Cárdenas hubiese sido presidente de México en 1988, sin duda la sucesión hubiera sido de continuidad con un proyecto de protección a la economía nacional; se habrían mejorado la calidad de vida de la mayoría de los mexicanos, se hubiera establecido un sistema de salud fuerte y gratuito, un sistema educativo con perfiles pertinente para el desarrollo económico y científico del país, se hubiera dado un impulso a las culturas originarias de México y a todos los creadores y artistas, se hubiera tenido un ritmo sostenido en contra de la pobreza, tal y como lo hizo cuando fue gobernador de Michoacán de 1980 a 1986.
Por eso, Cuauhtémoc Cárdenas, siempre será el presidente que le hizo y le hace falta a México.
Ese México truncado en 1988 sigue aquí, esperando a tener un presidente a la altura de Cuauhtémoc Cárdenas, tal vez por eso, una de las oradoras en el homenaje a Cuauhtémoc y nieta de una profesora del norte a la que ayudó el presidente Lázaro Cárdenas, gritó a todos los que estaban en el Anfiteatro Simón Bolívar del Colegio de San Ildefonso, que el cardenismo sigue más vivo que nunca. Le siguió un largo aplauso, antes de escuchar las palabras del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
